
Hace algunas semanas tenía la idea de escribir sobre eso que sucede cuando, lentamente, envejecemos en un mundo que está cambiando a una velocidad abrumadora, y sentimos que, de un momento a otro, nos empezamos a quedar atrás con los avances tecnológicos. Son detalles: los niños comienzan a ganarnos en los videojuegos, de repente no entendemos cómo funciona una nueva aplicación, empezamos a pedir ayuda a nuestros amigos, y ellos tampoco.
Ahora que, desde el pasado viernes, puede descargarse oficialmente en España el juego que, en pocos días, ha hecho crecer las acciones de Nintendo a más del doble y se ha vuelto el mayor juego móvil de la historia, superando incluso al porno en búsquedas, resulta inevitable no hablar también sobre este cambio en nuestra forma de ver y vivir el mundo digital (y real).
Han pasado décadas desde que los primeros pokemon se ganaron nuestros corazones, y los jugamos en infinidad de versiones y formatos. Hoy en día son parte de nuestra cultura popular, en mayor o menor escala. Cuando creíamos, aquellos que los hemos visto desde el comienzo, que nos estábamos haciendo viejos y que estas cuestiones quedarían en el pasado, llega esta revolución en el mundo de los juegos para móviles, que abre una nueva brecha de posibilidades cercana a la realidad virtual, y mucho más sugerente que Candy Crush y sus pares. El juego te invita a interactuar, a moverte por el mundo, a llevar siempre el móvil en la mano y utilizarlo para todo, a estar más conectado que nunca puesto que cada segundo te aporta beneficios dentro del juego. Gotta catch ‘em all.
Nintendo parece preservar su afán de que nos movamos (Wii), de que interactuemos, de que todas las generaciones nos juntemos en la tecnología y mantengamos la complicidad tecnológica: que nadie quede atrás, parecen decirnos, y por ahora su empresa parece triunfar de forma arrolladora.
Sin embargo, esto no viene sin consecuencias: ha habido ya fatales accidentes de entrenadores pokemon y, lo que podríamos llamar profanaciones desde la realidad aumentada, en lugares como Auschwitz: no hay lugar prohibido para el entrenador pokemon cegado en su búsqueda.
Cada día una noticia nueva nos sorprende más, y apenas habiendo pasado algunos días, ya tenemos entrenadores pokemon que se han entregado de lleno a esta nueva profesión, que no sabemos si tendrá algún provecho.
Siempre nos balanceamos entre la utopía y la distopía de nuestro futuro. Por otra parte, locales y múltiples espacios están aprovechando la oportunidad para aumentar su negocio; personas con depresión y ansiedad han expresado su gratitud ante una motivación para salir fuera, moverse, relacionarse; la diversión parece estar garantizada, mientras nos dure la batería y no colapse el sistema.
¿Podremos ver el mundo de la misma manera ahora que casi tenemos a los pokemon en nuestra realidad? Recuerdo ese sueño recurrente que, imagino, muchos hemos compartido, de transportarnos a otra realidad: sea recibir una carta de Hogwarts, ir a la Tierra Media, viajar en el tiempo, ser un entrenador pokemon… ¿Estamos cada vez más cerca de que la realidad aumentada, y más adelante, la virtual, nos ofrezca paraísos de imaginación en los que movernos? ¿Nos aislarán, nos refugiarán o nos harán interactuar cada vez mejor?
Está claro: después de semanas, Pokémon Go ha destronado a aplicaciones como Snapchat y Tinder, y ha convencido a la gente incluso de ver menos porno, e invertir menos tiempo en redes sociales. Quizás, especialmente en las grandes ciudades, la motivación es la misma: encontrar razones para salir fuera, ver el mundo, explorar, recorrer, descubrir(se). Second life intentó ofrecer una realidad paralela en su momento, y tuvo su público… Ahora, ¿qué nos ofrece el futuro en cuanto a realidades aumentadas, virtuales y paralelas? A medida que envejecemos, nos asombramos al recordar lo que se imaginaba y lo que se hace real, y mientras todavía se nos haga lo suficientemente sencillo utilizar la tecnología, nos sentiremos motivados a seguir buscando el espíritu de nuestro tiempo, aunque quizás este esté tras una pantalla de realidad aumentada.