Yuri Méndez es concreto cuando plantea sus dudas. No responde para gustar; responde para contestar y para llegar al fondo de la pregunta. Sus respuestas son proyectiles que planean por el aire; balas que vuelan. El corazón de Pájaro Sunrise late con fuerza desde hace diez años. Una conjuntivitis le obligó a parar, cerrar los ojos y ver la crisis que se avecinaba. The collapse es el resultado de esa ceguera momentánea. Compone canciones porque necesita «gritar lo que quiera que me conmueve o me presiona por dentro» y derriba el efecto inspirador de las crisis: «Si estás en el pozo no te vas a poner a escribir canciones. Está muy oscuro en el pozo. Está todo demasiado cerca».

Da la sensación de que no sale en los medios más allá de la promoción de conciertos y trabajos nuevos, ¿cómo lleva esta última promoción?

No me apasiona pero son gajes del oficio. Más que por mí, entiendo que es otro trabajo para la discográfica porque entiendo que tienen que enseñar lo editado, tienen que vender discos. Es una forma de llegar a más gente, como que toques en sitios, para que sepan quién eres. Supongo que todo eso le da cierto sentido a la promoción pero no creo que tenga demasiado hoy en día porque cada vez hay menos medios especializados. Hay muy poco espacio para la cultura en medios generalizados y a veces se convierte en algo muy repetitivo, pero entiendo que es parte del proceso y que tengo que hacerlo. Prefiero estar en casa haciendo otra cosa, pero no lo llevo mal.

Acaba de decir que es la discográfica la que tiene que vender discos, ¿no le interesa esa parte del proceso musical?

Me importa menos, quizás porque no tengo muchas expectativas de vender muchos discos. Entiendo que ellos han hecho una inversión y que si puedo ayudar a que la recuperen lo intento, porque al fin y al cabo ellos también consiguen que yo haga lo que quiero. Entiendo que viene en el paquete y no puedo querer hacer una cosa y negarme a hacer la otra solo porque me gusta la primera.

¿Consigue vivir de la música?

Sí, pero no del grupo. Hago música para publicidad, mezclas, a veces hago producción. Es verdad que hay temporadas en las que hago más conciertos, incluso conciertos solo, donde puedo sacar dinero. Pero al final casi todo viene de lo que hago alrededor del grupo, como tocar para otros, o cosas que he aprendido trabajando para otros.

¿Está contento con ese modo de vida?

Sé que tengo mucha suerte. Trabajo en casa, no tengo a nadie encima de mí, aunque haya clientes puntuales en la publicidad. Es verdad que hay temporadas que me satura mucho seguir indicaciones de trabajo de otros, porque me alejo del motivo por el que empecé a hacer esto: hacer la música que yo quiero. Puede sonar un poco narcisista pero creo que es el punto de partida para todos los que estamos metidos en esto de la música.

Empecemos por el final. El nuevo disco, The collapse, llega como culminación a un proceso de catarsis personal, ¿cómo ve el trabajo realizado desde fuera de esa crisis?

La verdad es que ya estoy pensando en el siguiente, porque ese disco lo grabé hace un año. Lo grabé antes incluso del último disco que había sacado. Y este último está grabado en dos veces. Es un poco lioso.

Entonces desbrocemos el camino, ¿por qué fue un proceso interrumpido en el tiempo?

Lo primero es que hubo un problema de calendario. La mayoría del trabajo nuevo estaba en un disco que estaba acabado en mayo, pero España se para en mayo. Los medios sacan números bimensuales en vez de mensuales y la música comercial se come absolutamente todo. Así que sacar un disco en esa fecha era perder un poco el tiempo. No sé si nos afecta mucho a grupos pequeños porque, al fin y al cabo, dependemos de que la gente se entere y se vayan pasando el disco para que lo escuche. Ya no habrá colas en las tiendas para comprar tu disco, pero preferimos esperar.

El otro iba a salir en noviembre porque se cumplen diez años del primer disco de Pájaro Sunrise. Tenía material que había recuperado. Eran canciones que no habían entrado en los discos porque no encajaban en la narrativa del disco; es una palabra fea, pero encaja en lo que quiero decir, me gustaban pero no tenían sitio. Al final me pareció mejor sacar este disco en mayo porque, además, no había sacado disco del grupo en tres años y era un buen momento para lanzarlo y esperar a noviembre para sacar el nuevo material. Así tendría más espacio en medios, programas de radio en marcha; era sobre todo una cuestión de calendario y de cómo presentar cada uno.

¿En qué momento este nuevo disco deja de formar parte de usted?

Cuando el disco estaba «masterizado» me puse a grabar canciones para el siguiente. No pienso mucho en los discos que grabo. Son más las entrevistas que hago las que me recuerdan ese trabajo hecho. Cada disco responde a la necesidad del momento. Supongo que lo hago para mí, no lo hago para fuera y eso influye. Insisto en que cuando el disco está listo para editar, se acabó; está masticado.

¿Escucha mucho sus propias canciones?

Cuando las estoy haciendo, sí; cuando acabo de hacerlo, no. No lo hago porque tiendo a ver todo lo que no me gusta y me parece un sufrimiento innecesario.

¿Ni siquiera cuando está componiendo canciones para un nuevo disco?

No. Es más, tiendo a acumular montones de fragmentos e ideas de canciones que se me ocurren pero que luego no suelo volver a ellas. Las grabo para no olvidarme y al final me resulta aburrido volver a buscar lo que he hecho antes para recuperar el hilo. Simplemente lo hago como una necesidad que no sé a qué responde. Supongo que lo hago para tranquilizar mi conciencia del momento para no pensar que pierdo grandes ideas, aunque luego me dé mucha pereza revisarlo todo.

¿Por qué escribe canciones?

La música es mucho menos limitada que la palabra. Si fuese capaz de usar las palabras de otra manera no necesitaría escribir canciones y lo expresaría de una forma más sencilla, pero es lo que hago. Y las hago porque necesito gritar lo que quiera, lo que me conmueve o me presiona por dentro. No voy a decir eso de que es terapéutico. Creo que no, que es una necesidad que tenemos todos, como hay gente que queda con sus amigos, se queja y se convierte en un monólogo. Al menos con la música no obligo a nadie a que lo escuche. Quien me escucha lo hace voluntariamente.

¿No hay un segundo sentimiento de compartir?

Desde luego que existe ese sentimiento, se presenta todo el rato. Es verdad que llevo mucho tiempo haciendo esto y espero que queden muchos años para seguir haciéndolo. Y para eso necesito gente, necesito público a quien ofrecer mis discos. Es algo más funcional que otra cosa. Mi ego no se siente mejor por llenar un concierto pero sé que eso sirve para llenar otros conciertos. Una vez que acabo el disco sé que viene la parte más traumática, la que peor se me da. Pero sé que la necesito. Que la gente te escuche transforma ese monólogo en el que sueltas tu mierda en algún tipo de comunicación.

¿Sus discos responden a momentos concretos?

Creo que sí. Creo que eso es inevitable. Por ejemplo, en el caso de este disco me ha pasado que de repente oía hablar a gente que mencionaba varias veces, aunque sea de broma, la palabra «Apocalipsis». Es posible que esa sensación la hayan tenido todos lo individuos en todas las épocas, pero tengo la sensación de que estamos viviendo algo del final, como si estuviéramos atrapados en una pared, como si hubiera algo que tuviera que ceder. Vivimos nuestras vidas con esa sensación y eso, de alguna manera, está en lo que hago y escribo. Soy lo que hay alrededor y no puedo mentir cuando escribo canciones porque, aunque escojas un personaje siempre hay un motivo por el que lo elijes. Hay una razón propia en todo lo que haces. Incluso lo más impostado dice mucho de quien lo hace. Hay mucha verdad encerrada.

Debido a la trayectoria de Pájaro Sunrise, da la sensación de que, aunque su trabajo no es masivo, sí parece ser muy bien recibido en un público menos masivo.

Si es así, yo no lo vivo. No lo vivo porque estoy fuera de todo. No me gustan las etiquetas, como esa estupidez que llaman indie. No me gustan los gremios. Es verdad que es una parte de mi vida pero no me identifico con ellos. Me resulta muy difícil mantener la constancia para formar parte de algo, para formar parte del mundo de la música, por ejemplo, porque soy muchas cosas, me gustan muchas cosas. Supongo que eso hace que no esté en ningún sitio. Y como no estoy en ningún sitio no vivo lo que me has preguntado.

Pero es indudable que, como los escritores establecidos, tiene un público sólido.

Hasta eso es muy relativo. Tocamos en ciudades como Barcelona o Madrid y llenamos, pero luego vamos a sitios más pequeños y nos cuesta mucho llenar los locales. Así que no sé. Quizás España no es el mejor sitio, o puede que yo no sea el mejor tampoco.

¿No siente la necesidad, entonces, de buscar público fuera?

Entiendo que, en parte, soy afortunado porque no es fácil tener un público aquí escribiendo canciones en inglés, pero también es verdad que cuando empecé en esto quería salir fuera. Cuando era adolescente, en las tiendas de discos existía la sección de nacional y luego la sección de música. Claro, yo quería estar en la de música. Es verdad que casi todo lo que escucho es de fuera y no sé muy bien lo que hay aquí. Seguro que, de lo que hay, habrá cosas muy interesantes. Pero, por otro lado, esa elección me ha permitido conocer otros lugares, otros artistas. Es verdad que podría hacer canciones en castellano, pero me gusta más esa otra vía.

¿Se reconoce aquí, viviendo aquí?

Me vine a Madrid hace quince años, he vivido aquí más que en otra parte, y aunque Madrid tiene muchos motivos para odiarla también para lo contrario. Todos tenemos fantasías de vida: te imaginas un sitio pequeño, barato, pero sigues aquí. Supongo que a veces queremos pensar que cuando queramos podemos irnos. Empiezo a dudar que esté en manos de uno poder salir de aquí. Y si lo consigues es porque se abren grietas que aprovechas. Sin embargo, yo creo que uno se va creando pequeñas ataduras que hacen muy difícil cambiar de rumbo. Al final se acaba dejando testigos de quién eres y cada ángulo de tu vida está determinada por la mirada de otros.

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¿Por qué dejó de tocar en 2012?

Después de un tiempo tocando fuera, con muchos conciertos, volvimos a España y no salían actuaciones. En un momento dado nos ofrecen tocar en un evento en un lagar en Castilla-La Mancha. Y algo en mi cabeza hizo crac. Ese continuo vaivén de sitios en los que llenas a sitios que no te aportan nada, con todo el respeto para Castilla-La Mancha, me hizo daño. Pensé: «me gusta la música, me gusta tocar, pero prefiero grabar, revisar todo lo que he aprendido». No tengo la necesidad de pasar por eso, de meterme en una furgoneta y tocar en medio de ninguna parte preguntándome qué hago aquí.

¿Asume una precariedad musical?

No. No la asumo. Poco antes de grabar el primer disco de Pájaro Sunrise, había grabado uno en español con una multinacional. Me ofrecieron un mes para escribir canciones, lo hice, vi que no me gustaba ese proceso de creación, que no me gustaba que me dijeran cómo hacer ciertas cosas; no quería ver la música como un trabajo. Así que grabé unas maquetas, el sello Lovemonk nos dio un presupuesto de grabación y con ese dinero pudimos vivir unos meses e invertimos en material, guitarras, y realizamos la grabación. Con esto quiero decir que no hay precariedad si hay ganas de hacer las cosas y de aprender.

¿Eso no suena a una excusa?

En 2016, en la música, no creo que haya muchas limitaciones creativas por dinero. Tampoco creo que yo viva una situación precaria pornque tengo un sello detrás que paga lo que es necesario sin locuras. La precariedad se puede notar en la parte de promoción donde cuesta que se vea su trabajo. Y creo que la limitación de herramientas es, hasta cierto punto, necesaria. Incluso pienso que puede ser una ayuda porque estableces puntos de referencia que si no los tienes te puedes perder. Al menos al principio.

Normalmente trabajas solo en todo el proceso de creación del disco pero en este trabajo has contado con la colaboración de otros productores. ¿Cómo ha sido el proceso?

Es muy diferente. Llevaba dos discos seguidos haciéndolo yo todo y hay un riesgo de perder la perspectiva. Quería hacer cosas con otra gente y llegó el momento idóneo. Además, sabía que si yo llamaba a alguien para que colaborara conmigo no podía ponerle límites.

¿Está cómodo de la dos maneras?

Sí. Cada espacio tiene sus cosas interesantes y me parece sano pasar de una a otra. Si no haces cosas con otros es muy difícil aprender, te repites y el proceso se vuelve aburrido. Pero también me gusta hacer cosas solo porque es como volver a ser niño y jugar con tus juguetes. La suerte es poder hacer las dos cosas.

¿Es una cuestión del tipo de disco que quiere hacer?

Este ha sido el primer disco en el que he escrito todas las canciones a la vez y no me he preocupado de cerrarlas sino que he esperado a tenerlo todo para darle la forma final con más gente. En este caso sí ha estado claro que no iba a hacerlo solo. Pero no sé muy bien por qué. Supongo que tenía ganas.

¿Es consciente de las referencias o matices del disco cuando está grabándolo?

Yo creo que soy más consciente después de hacerlo. Es más, yo intento evitar cualquier interferencia. No le veo sentido a hacer un disco que suene a algo. No trabajo para alcanzar un modelo concreto. No sé que es lo que busco cuando empiezo a trabajar. Hay gente a la que le funciona pero a mí no.

¿Necesita recibir feedback de lo que va haciendo?

No sé bien qué es lo que se busca. En mi caso es algo como : «mira, mamá, lo que he hecho». No busco tanto la opinión de alguien. Procuro evitarlo porque me afecta mucho, por pequeño que sea lo que me diga. Y solo me afecta lo malo que se diga de mis canciones, lo bueno lo asumo como algo normal y no lo valoro. Me he vuelto cobarde con las opiniones. No quiero que me digan nada.

¿Cómo funciona su proceso de composición?

Es natural pero requiere dedicación. La inspiración muy pocas veces te arrasa. Necesitas dar muchas vueltas a las ideas, a la letra, para que todo encaje. Si lo miras con perspectiva te das cuenta de que es una canción de tres minutos que no va a ningún sitio, pero se convierte en algo enorme que te impide dormir por la noche porque falta o sobra algo o porque hay algo que no cuadra. Hay quien dice que los dolores que te llevan a hacer algo bueno se olvidan. Yo suelo pensar que el proceso ha sido sencillo pero en realidad no lo es. Además, todo lo que sé lo he aprendido yo solo y me he tenido que equivocar muchas veces.

¿Los periodos de crisis son mejores para crear?

Yo creo que no. Los periodos de crisis son periodos de crisis y son una mierda. Si estás en el pozo no te vas a poner a escribir canciones. Está muy oscuro en el pozo. Está todo demasiado cerca. He aprendido a que momentos bajos me sirvan para hacer muy buenas versiones. He intentado canalizar esa crisis en las letras de otros, pero no puedo escribir cosas nuevas; me falta la energía que me lleva a hacer algo nuevo y bueno.

¿Este disco está escrito después del colapso?

Está escrito antes del colapso. Todos sabemos ver lo que viene, somos capaces de ver las grietas que anticipan el derrumbe, y en vez de usar las grietas para salir dejamos que pase lo que preveíamos. Es una especie de testamento escrito antes del derrumbe porque luego viene el pozo y no voy a poder hacerlo. No es algo nuevo. De hecho, de joven me parecía algo fascinante, pero ahora ya sé cómo funciona mi cabeza y la verdad es que me gusta vivir en mi ceguera.

Hablando de ceguera, su disco nace a partir de una convalecencia por una conjuntivitis que le mantuvo a oscuras.

Sí, así fue. Era una época en la que trabajaba mucho, no paraba. Y cuando no paras, el cuerpo para por ti. Me vino muy bien estar solo escribiendo y componiendo sin responder a nada ni a nadie. La enfermedad es una excusa.